Suerte, azar, casualidad,… es discutible y cada uno lo llamaremos a nuestro modo, pero lo que seguro que tenemos claro es que Elliott Erwitt hace magia con la cotidianidad y que es comedia hecha imagen.
Desde que comenzó su carrera en los años 40, el fotógrafo estadounidense crea vida en lo inerte. Tan solo hay que hacer un recorrido por su obra para darse cuenta del poder que tiene sobre lo cotidiano, lo mundano, el día a día… Como decía, puede que sea producto de la suerte, del azar o de la casualidad y que a su paso transcurrieran todas estas escenas memorables, divertidas y hasta grotescas, o puede que otros, como es mi caso, penséis que es un auténtico genio.
Elliot Erwitt es capaz de sorprender en cada disparo. Con la vida cotidiana como escenario ha compuesto una obra casi infinita de grandiosas imágenes que atraen la mirada del espectador de manera ansiosa.
Sus fotos tienen vida, fuerza, repulsa, ironía, belleza, naturalidad y sorpresa.
Se trata de un trabajo diverso, interesante, muy divertido y con
sello propio que retrata la sociedad, sin adornos, de los últimos 60 años.
El popular dicho “una imagen vale más que mil palabras” tiene todo el sentido en la obra de Elliott Erwitt. Son imágenes que se explican solas, que no necesitan pie ni leyenda, ni tampoco nombres o frases para ayudar a interpretarlas.
Nunca nadie ha sabido sacar tanto provecho a la cotidianidad como el gran Erwitt.